que me gustasen tus largos silencios,

a no pedirte más por no perderte,
reprimir quejas, abrazos o quimeras.
Aceptaría mirar a solas mientras espero,
a soñar con tu tiempo encarcelado,
liberarlo de su yugo y acercarlo
para besarte sin prisas, sin dueño.
Te enviaría, sin atender distancias,
versos alados, paloma sin retorno,
deteniendo el péndulo para evitar
que mi rostro refleje su declive.
Pero tras la mesura, con suma y sigue,
aun suplicando prestamos a la cuenta atrás,
prescribe: débito en años por vivir,
la inflexible, severa, rigurosa Parca.