
de nuevo, lejos.
Se alarga descuidada,
inadvertida,
una tonalidad
de tierra árida,
que muere en un vacío
inmensurable.
Al pie de una ligera
protuberancia,
gira por sostener,
el plano virgen
sobre el conocido fémur.
Recíprocas miradas
únicas, huérfanas
con los bordes curtidos
del desencanto,
saben de sus anhelos.
Quiere, tan sólo, besos,
mordiscos ávidos
que arañen sus sentidos
y dejarse llevar.