
Nada pasa a las claras,
la mañana fue cual siempre,
escondiendo sus asuntos
en coloquios maníos.
Nunca pasa nada
aunque los serios rostros
cuelguen en sus arrugas
los trapos que aun están por lavar.
La brisa es primaveral
y me resucita del letargo
que me impone la pesada
monotonía del vivir.
La gente pasa acarreando,
en bolsas, sus penurias;
algunos, en la palabra;
otros, en las manos.
Hoy es jueves,
los jueves traen risas
aderezadas con aceite,
queso, tarta y café.
Hoy, además, sus manos
se trenzaron en mi pelo,
maniobré cinco veces
hasta dejarlo recto,
el coche,
notó mis dos kilos de menos...
Y una leve sonrisa perduró
a lo largo de este jueves,
en el que , como todos los días,
nunca pasa nada.