
Se acabó el té,
no es un gran problema
pero la tos no me deja dormir
y auguro una noche larga.
No sé cómo voy a sobrevivir
sin una taza de té.
También me preocupa un poco
no sentir más sus labios,
ni volver a oír sus palabras
envueltas en papel celofán,
que musitaba a cambio de sexo.
Pero ... que no me quede té..
Quizás sea de más envergadura
la falta de libertad, o
que se consuman los días
mediando entre el rígido deber
y el alocado querer que
ni me obedecen ni me soportan.
¿Se molestará el vecino
si a estas horas tan intempestivas
le pido una bolsita de té?
Además,
me aflige esperar verte
para resumir los sucesos
acaecidos durante la semana,
reír por nimiedades
y reprimir deseos por prohibidos.
Y recrimino
mi falta de previsión,
responsabilidad,
rigor y mi osadía;
causas por las que me veo
sin una maldita taza de té.