Voy a imaginar,
como princesa de cuento,
que un príncipe azul
me despierta de mi sueño.
Que hay escaleras estrechas,
dibujando un caracol,
camino a un cielo turquesa,
y que le gusta ese color.
Que de la mano me lleva,
viajando en una nube,
para pedir un deseo
a una estrella fugaz.
Donde hay un pequeño arroyo
y un duendecillo travieso
que no se atreve a bañarse
porque el agua que allí corre,
está fría y le da miedo.
Que con bandejas de oro
me ofrece lo que le pido
y quiero tenerlo todo:
lo legal y lo prohibido.
Y que la noche sea larga
y que nunca den las doce
sin volverse calabaza.
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