Si yo pudiera elegir,
entraría a hurtadillas
en los ocultos huecos
de tu interior insondable;
registraría cajones,
notas, cartas, libros,
facturas y fotos;
abriría armarios,
descansaría en tu alcoba,
mezclaría las esencias
de los frascos que no dejas abrir.
Si yo pudiera elegir,
no sabrías quién soy
ni quién o qué creó
tanta confusión,
pero andarías buscando
en cada mirada
quién dejó olvidado
en tu regazo
el primer pentagrama
de una canción inconclusa
que no podrías dejar de entonar.
Si yo pudiera elegir
no volvería a abrir puertas
ni dejaría entrar más sol
en mi interior,
ni pensaría, ni sonreiría,
ni andaría, ni recitaría poemas;
quedaría quieta, petrificada;
en cualquier desconocida plaza
a merced del frío o el calor
que erosionaran mi piel
hasta desaparecer con el tiempo.