Es lo
normal,
que me busquen porque las horas
son dilatadas
que crean ver en la sonrisa un beso sin condiciones
que me devuelvan calderilla por lo bien que me viene
que a mí no me molesta, lo que molesta
o que me recuerden en un poema inconcluso.
Pero yo, que nunca supe las
razones
de estos laberínticos espejos
que me hacen confundir la
salida,
que multiplican mi imagen
y que todo se repita como en espirales;
yo,
he aprendido a asirme a mis
defectos
para no asustarme cuando ya,
nadie me devuelva una llamada
para escribir los últimos versos.