I
La arena atrae
la notas
no te deja dormir
araña
envuelve
la llevas...
¿por qué me haces soñar con
dunas?
¿No ves que soy ceniza y
ascuas
que me embriaga moldear la
tierra cuando se despide el sol
y sentir el fresco de las
constelaciones?
La arena seduce
acaricia
se amolda a tu cuerpo
te adormece
pero...
calcina o hiela.
Si los espejismos vuelven
y me llevan por senderos
inciertos
no moriré de sed, como
crees,
crecerán espinas de cada
grano
de esa arena que no es mía
pero que se niega a dejarme.
II
El agua no deshace la arena
la deja en el lugar de donde
vino.
Quién responderá a mis
súplicas
cuando el aire seque mi
cuerpo;
allá quedarán los despojos
y el silencio se hará dueño
de las quejas.
Será el grano intacto, tras
el cristal fundido,
el que indique la hora del
crepúsculo.
No habrá mano que voltee al
tiempo.
Sólo convertida en polvo
comprenderé el secreto de
las dunas.
III
Cómo quema el desierto
todos los seres que la aman
envenenan o espinan;
la metamorfosis está cerca,
no hay corazón que aguante
el amor-odio de los
contrarios.
No moriré de sed, no
crecerán espinas de cada
grano.
Ya no sabré de miedos.
Serán otros los que callen
tan sólo sospechar mi presencia.
IV
Aún así, no me dejes dormir
tatúa mi cuerpo
hazte notar, sedúceme
y seré tuya, aunque me
pierda.
Serás presente perpetuo
cuando el último grano selle
los labios del tiempo.
V
Cuando la lluvia empape mi cuerpo
agradeceré a los dioses la
ventura con una flor blanca.
Acaso quedó una gota de
sangre amable;
mas, quién destruya la pureza
no dejará de buscar la
arena.