Con otras colillas,
el cigarro esperaba
para ser consumido.
Mientras, el café humeante
impregna, sorbo a sorbo
en el relajado paladar,
el primer amargor de la mañana.
Ardiente despertador,
centinela de los últimos minutos
ociosos, oscura prisa.
Entre la viruta,
una estaquilla
que no había recogido
suficiente púrpura
como para quemarse.
Sólo necesitó un banal amago
de incandescente soplo
para liberarse y hacerse notar.
2 comentarios:
Entre colillas abandonadas,
unas por la prisa
otras por agotamiento.
Esperaba una alojarse en tus labios
prestarte el calor incendiado
del cilindro apretado entre
tus dedos
Y tu, absorviendo tus minutos prestados
inhalando hasta el fondo
la ansiedad de un día frío y gris
al que le robastes unas
radiantes sonrisas
que cabalgaron sobre andarines
saltos en el jardín trasero
que despertaron la envidia
de los absortos
en su aburrida nostalgia
egocéntrica y estéril.
Gran inspiración para
una pobre estaquilla
de una colilla cualquiera
que ese día se hizo singular
al alcanzar tu atención
y tu verso
Eduardo petardo
Este comentario es digno de estar entre los demás versos de este u otro blog donde se recogen los pequeños instantes que van haciendo una vida.
Gracias de nuevo por tus palabras.
Un beso.
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