Conté sin pestañear
los cuadros de tu camisa
imaginando el adorno
de la sala principal
de cualquier palacio árabe.
Tus palabras, un murmullo
erosionando mi fe
mientras el coche aportaba
su singular melodía
para abrazar voz y llanto.
Las razón, sombra nocturna
escondida en laberinto
con aromas de otros mundos
saboreando la menta.
Dejé que soñaras piel,
cedí a imaginar tu boca,
volé en tu blanca sonrisa
tomé tu tímido halago.
Y en frío cofre quedaron
embalsamadas quimeras
para regresar de nuevo
tu, con tu soledad
yo, con la mía.
6 comentarios:
Que triste son las despedidas....pero que bien escribes...te felicito, también he transitado por los cuadros de la camisa de la persona que amé y que tuve que despedirme de ella en un aeropuerto....diferentes locaciones y personas pero un mismo sentimiento.
Cuidate mucho.
Bellisimo, con magia y magnetismo me atrpan tus versos querida poeta
Un abrazo
Stella
Grisselda, los sentimientos son los mismos aquí o allende el mar. Gracias por tu visita y por tus palabras. Un beso.
Stella, siempre dudo que guste lo que escribo. Gracias por decirlo y por supuesto por tu visita.
Un beso.
Este es el más claro ejemplo de como un acto cotidiano lleva dentro la poesía, pero sólo el alma del poeta es capaz de rescatarla, de quitarle su coraza y entregarla así, desnuda entre las manos, con su sabor primigenio, con su ternura y aroma.
Eso tiene este poema, Reme,sabor y tacto, alcanza los sentidos y transporta..eso, y una bellísima construcción.
Besos y un fuerte abrazo, desde este Jaén , en un extrañamente caluroso día de enero
Muchísimas gracias, Amaya; tus palabras me halagan. Gracias también por pasearte por el blog. Un placer acogerte.
Besos.
Reme.
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