Manos que visitan lo tosco,
voz que refleja la inmadurez
del que ha vivido sin edad,
ideas del más allá
con la sensibilidad profunda
de un arte innato.
No he podido reprimir
mi enojo y mi admiración,
no he podido llorar
mis lerdas palabras
ni he podido recrear
las metáforas del desencanto.
No, porque no,
como rabieta infantil.
Yo, la niña osada,
ella, la adulta indudable.
Con el reloj por aliado, ella;
el mío, atrasando.
Y escribo sabiendo
mi torpeza.
3 comentarios:
Qué maravilloso que es eso: seguir a pesar de todo, no renunciarrrrrr!!
Besossssssssssss
Eso intento en cualquier aspecto de la vida. Gracias por tus visitas. un beso.
Me he atrasado un poco...
Solo sé seguir hacia adelante.
Como soy portugués tengo ventaja... es una hora menos. Da para pensar un poco más.
Abrazos
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